La permanencia de lo imperdurable.
Ecos del olvido. Las ruinas de un castillo devorado por el fuego, unas piedras milenarias, vestigios de culturas desaparecidas y guardianas de secretos. Durante casi dos mil años antes de la invasión romana en el 123 a. C., los talaiots de Menorca excavaron extensas tumbas en los acantilados, construyeron majestuosos templos de piedra y monumentos funerarios colectivos que han perdurado hasta nuestros días como testimonio de una extraordinaria civilización mediterránea de la que se sabe muy poco. La ciudad de Paquimé fue abandonada en algún momento del siglo XIII, amenazada de aniquilación por tribus guerreras del sur; los antiguos anasazi construyeron complejos arquitectónicos en las paredes de profundos cañones para abandonarlos hace 700 años. Las ruinas de fortalezas medievales que salpican el paisaje de la península Ibérica, clara evidencia de una historia impregnada de violencia.